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Revista de Folklore número

013



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DEL FOLKLORE CAMPESINO: LA FIESTA DE SAN ANTON

LERA DE ISLA, Angel

Publicado en el año 1982 en la Revista de Folklore número 13 - sumario >



El primer eremita de Tebaida

San Antonio Abad nació en Egipto el año 356. signo netamente Pasó casi toda su vida en el desierto de Tebaida, que así se llama el alto valle del Nilo. En aquel desierto vivieron los eremitas o solitarios, el primero de ellos, San Antonio Abad, vulgarmente conocido por San Antón. Después de haber dado todos sus bienes a los pobres, Antonio Abad se retiró al desierto, donde sufrió muchas tentaciones, que han inspirado muy notables obras a literatos y artistas. La Iglesia de Oriente rindió culto a San Antonio Abad desde la muerte de este, y la Iglesia latina desde el siglo IX.

La Romería de San Antón en Madrid

La Fiesta de San Antón, de signo netamente agrario, rural, popular, campesino, tiene, sin embargo, facetas folklóricas muy .destacadas e interesantes y un largo historial de tipismo y tradición en un pueblo tan poco labriego como es Madrid.

No obstante, cabe señalar que la época en que comienza a festejarse popularmente "el día de San Antón", es un momento en que Madrid no ha dejado aún de ser un pueblo rural. Es todavía el consabido "lugarón manchego", con su capitalidad casi recién estrenada, pues la tradicional "Romería de San Antón" comienza en tiempo de los Austrias, en pleno siglo XVII. Creo que esta Fiesta de San Antón madrileña es cronológicamente la primera que se celebra en España.

Es, por cierto, una época de la vida española más bien triste y desangelada, al menos en el orden político y económico; pero, en cambio, una de las más ricas en creaciones del espíritu, pues brillaron artistas, literatos y hombres de ciencia tan excelsos como Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Alarcón, Moreto, Mateo Alemán, Espinel, Quevedo, Cervantes, Santa Teresa, Vives, Ponce de León, Servet y muchísimos más que no necesitamos mentar aquí, porque están en el recuerdo de todos.

El escenario

Las primeras "romerías" se celebraban en el Cerrillo de San BIas, donde existía una ermita bajo la advocación de San Antón. La devoción de los madrileños por este cenobita egipcio se debía al amor que el Santo anacoreta sentía por los animales y sus evidentes testimonios de esta protección.

El Cerrillo de San BIas es ese montículo en el que hoy día se hallan enclavados el Observatorio astronómico, la Escuela de Ingenieros de Caminos y el Instituto de Bachillerato "Isabel la Católica". La que hoy , día es la calle de Atocha, era entonces el camino de Atocha, que partía de la Puerta de Atocha, en laque hoy es Plaza de Antón Martín, donde terminaba la Villa de Madrid. Durante varios siglos, éste era el itinerario que los devotos de la Virgen de Atocha seguían para ir a postrarse ante aquella imagen, pero también el que llevaban los devotos que acudían a rezar al Santo protector de los animales.

Andando el tiempo, aquel camino sería el que utilizaban las comitivas reales que acudían a la tradicional "salve sabatina" del Convento de Atocha. Hasta hace cosa de un siglo, todos esos campos que rodeaban el Cerrillo de San BIas y el Camino de Atocha, eran el huerto y el olivar del convento de Atocha. Y hace exactamente cien años, aún existían allí 3.400 olivos, 32 álamos negros y muchos árboles frutales y acacias, según datos de Francisco Arquero Soria en la revista "Madrid".

Protagonista, el cerdo

Desde un principio, el verdadero protagonista de la Fiesta fue el cerdo, quizás tenido por San Antón como el animal "más representativo de su lucha victoriosa contra las tentaciones", aunque, para el común de las gentes, sea "la bestia más humilde y más despreciada".

No para todas las gentes, porque un hombre de ciencia tan ilustre como el doctor Marañón dijo que el cerdo puede entrar en el templo de la ciencia conducido por un médico, después de haber entrado en las iglesias conducido por un Santo, y aun añadió en elogio de este animal que "ha salvado más vidas que la penicilina".

Pero volvamos a la fiesta y romería tal como nos la han descrito autores de diversas épocas. Por aquellos años primeros de instaurada esta romería, a la puerta de la capilla o ermita del Santo, en el citado Cerrillo de San BIas, se colocaba una artesa llena .de pienso, y a alguna distancia de la artesa, se alineaban unos cuantos cerdos. El primero de éstos que consiguiera dar con el hocico en la artesa era proclamado "rey de los cerdos", y se le colocaba como distintivo y condecoración una corona hecha de ajos y cebollas.

Inmediatamente después de esta ceremonia, era elegido a suertes el "rey de los porqueros", quien se colocaba unas largas barbas y se vestía "de San Antón", empuñando un báculo de romero.

Al "rey de los porqueros" lo montaban en un borrico y lo llevaban en procesión a la ermita del Santo.

En torno y en seguimiento de este "personaje"se organizaba la correspondiente procesión cívica de gentes que acudían jubilosas a regocijarse con tales escenas.

Ni que decir tiene que todas estas gentes portaban cencerros, zambombas, sartenes, latas, tambores y otros instrumentos propicios a armar un ruido infernal, y de hecho lo armaban. Pero quedaba en absoluto silencio cuando el "rey de los porqueros", seguido de otros porqueros montados en borricos, se detenía a la puerta de La capilla del Santo y pedía la bendición de la cebada para los animales y el pan para la muchedumbre que formaba la caravana. Los religiosos salían de la ermita y echaban la bendición a los romeros ya las bestias y a los frutos que portaban.

De ahí debió surgir la costumbre, que yo he conocido personalmente hace cosa de .veintitantos años, .de obsequiar a los romeros con los "panecillos del Santo".

Escenario, la madrileña calle de Hortaleza

Como digo, yo he presenciado ya esta típica y tradicional "romería de San Antón", no ya en el camino de Atocha ni en el Cerrillo de San BIas, sino en la citada calle de Hortaleza, a la puerta de la iglesia de los Padres Escolapios o Convento de San Antón. Y, por supuesto, ya con aire muy distinto.

La gente madrileña, de suyo bulliciosa y jaranera, en el buen sentido, acudía todos los años, el día 17 de enero, unos, sencillamente, a ver el espectáculo popular y con gracia sainetera; otros, a por el "panecillo del Santo", que repartían los Escolapios, y otros, a llevar su caballo, su perrito, su gatito y hasta sus pajaritos enjaulados, a que recibieran la bendición de San Antón, dada, por supuesto, por uno de los Padres que residen en este Convento.

Durante algunos años, se hizo costumbre en tal día que no pocos señores, algunos aristócratas y hasta famosos por su relevante figura en el teatro, en el toreo, en el cine.., fueran en sus caballos de raza, en sus coches tirados por caballos bien enjaezados, e hicieran un paseo por la calle de Hortaleza y otras adyacentes, en un alarde de buen gusto, de señorío sin alardes, de majeza bien llevada. Constituían un espectáculo popular y señor al mismo tiempo.

Por fin, la estampa tradicional y folklórica de un Santo amigo y protector de los animales ha desaparecido de este Madrid que se ha llenado tan exageradamente de gentes de toda condición, de automóviles, de humos, de atmósfera contaminada, de ruidos insoportables...y hasta de mal humor .

Fuera de Madrid...

y no es solamente en Madrid, pues creo que la fiesta de San Antón ha desaparecido, o descaecido muchísimo, en todos los lugares de España.

Que yo recuerde, he conocido celebrar con mucha animación y brillo y buen gusto, en lo que cabe, la Fiesta de San Antón en Valladolid y en mi pueblo natal, Urueña.

En esta misma Revista he escrito ya algo sobre la celebración del día de San Antón en Urueña. Añadiré únicamente que también allí íbamos, cuando muchachos o mozos, montados en un caballo, en una mula, en un borrico, según, a la puerta de la iglesia de Santa María del Azogue a que el cura diera la bendición a aquellos animales, y aun a otros que la gente llevaba consigo: un perro, un cordero, etc. y recuerdo también que , durante todo el año, el pueblo entero criaba un cerdo, al que llamábamos "el marrano Antón". Aquel cochino era alimentado por todos los vecinos del pueblo, para lo cual el cerdo iba de casa en casa, y cada día comía en una. Después...La verdad, ni siquiera recuerdo qué se hacía con aquel animal, si se rifaba, o se subastaba...

y recuerdo también los famosos "cerdos de San Antón" que en Valladolid se rifaban a beneficio del Asilo de Ancianos. En la Acera de San Francisco, ya en la Plaza Mayor, se colocaba cada año un tenderete en el que se vendían papeletas para la rifa. Era un auténtico acontecimiento popular y. simpático en la ciudad.

Y, en fin, leyendo, leyendo, he podido ver que hasta hace poco tiempo, se han celebrado acontecimientos análogos en pueblos de Cataluña, en Baleares, en Andalucía...en toda España. Probablemente, hubo un tiempo en que en todos los pueblos de España se rindió ese tributo a este animal, gran amigo de San Antón, y que, según el doctor Marañón, "ha salvado más vidas que la penicilina".




DEL FOLKLORE CAMPESINO: LA FIESTA DE SAN ANTON

LERA DE ISLA, Angel

Publicado en el año 1982 en la Revista de Folklore número 13.

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