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(Fichas sobre Brujería cántabra)
A
Venía por la mañana Manuel, que había ido a pescar y decía:
-Anoche fui a echar las cuerdas allí, más arriba de la casa de Muñoz, allá por la Valleja, y ya he ido a sacarlas hoy, pero te voy a contar lo que me pasó anoche. Te lo voy a contar.
-¿Qué te pasó, Manuel?
-Que cuando venía, antes de llegar a aquella casa, se me presentó una señorita, con una saya bordá, blanca, guapa, y se ponía...: "¡Ja, ja, jay! ¡Qué bonito eres!"
-Pero, ¿eso le decía, tío Manuel?
-Eso me decía. Y yo la decía: "¡Pare, que la voy a dar un beso...", y volvió otra vez, y me decía otra tontá, hasta que ya cuando veníamos por aquí, ya cerca de la casa, había un alisal, y el río iba por abajo y entonces yo me quedé mirando aquellos árboles y aquel agua que sonaba..., y en eso dije yo: "¡Virgen Santísima! ¡Defiéndeme de este enemigo", y entonces empezaron a moverse todas aquellas alisas, que parecía que se venían al suelo... y ¡un ruido!... ¡La bruja que se marchó!... ¡La bruja!... ¿Diz que no la hay? Sí la hay, sí, que yo la he visto.
B
Pues era un señor que iba por las tardes a buscar las vacas a un prau que las metía por ahí arriba, en Bituricha(l), que hay muchos praos, eso es, la llanal del monte. Así por la tardezuca, ya, y...va, y el hombre no era mentiroso, era un hombre que nunca decía mentiras, y... enseguida, ya era a cerrar de noche, verdad, por la tardezuca, ya dice que empezaban: venga a bailar, venga a bailar y venga a tocar panderetas y cosas, y:
"¡Eh, ya vienes, eh, ya vienes. Anda, anda, ahora, ahora. Ahora sí que formamos buen baile y a bailar todos!"
Y venga todas esas cosas así, pero..., pero qué, ¿no se lo cree...? Buenu, era un hombre, ya digo, un hombre que no decía mentiras nunca, en la vida. Y él les dijo:
-¡Ah, ah, demonios, condenás, ahí estáis, verdá! Sí, él les decía cosas a ver si callaban, y no... y no le decían ná; porque les cogía miedu, claru, claru.
B-2
-¿De las brujas?, pues éso, ná más éso, que decian:
-¡Eh, ya vienes, anda, anda, que te estamos esperando, espabílate, que aquí estamos!
y tocaban la pandereta en el monte de Bituricha (2). Los praos están ahí pa'lante y un tíu míu, Laureano, pues iba a buscar las vacas. Eso siempre se lo oí a mi tío yo, de que iba pa'yá y era anochecido..., y tocaban éso, panderetas, y decían:
-¡Eh, ya vienes, eh, anda, anda, que te estamos esperando, anda!
Y venga a tocar y claru, pues el hombre se apresionó bastante.
(1) Richuricha.
(2) Richuricha.
Relatos recogidos por Fernando Gomarín Guirado. El A, en Villasevil (ay. Santiurde de Toranzo, p. j. Santander número 3, Santander), a Severina Portilla García, de 95 años, el 17 de marzo de 1974. El B y B-2, proceden de Rioturbio (ay. Comillas, p. j. San Vicente de la Barquera, Santander), contados respectivamente por Angeles Fernández, 78 años, vecina y natural de Rioturbio y una informante que no quiere dar su nombre, el 18 de julio de 1974.
SUFRIR CALLANDO
Siendo yo chiquita y niña
me casé con don Rodrigo;
las penas que con él paso
no las pasa un cautivo:
Por peso me daba el pan,
por medida me da el vino.
Me pusiera de ventera
en un estrecho camino;
por cuenta le dan los hombres
que cruzan estos caminos.
Si se lo digo a mi madre
se pondrá a llorar conmigo;
si se lo digo a mi padre
dirá que así lo he querido;
se lo digo a mis hermanos
matarán a don Rodrigo.
Mas me valdría callarlo,
callarlo y no decirlo
que no hay mujer que se case
que tenga cabal sentido
sino la que sufre y calla
las faltas de su marido.
Cantada por Joaquina Sampedro en Santiago de la Requejada, provincia de Zamora. Recogió Joaquín Díaz. Se utiliza cuando en las eras se da vuelta al centeno.
EL NOVIO MUERTO
Teresita tenía un novio
que Francisco se llamaba
que acostumbraba a ir a verla
tres veces a la semana.
-Madre, Francisco no viene,
madre, Francisco ya tarda.
Teresita, no contenta
se ha asomado a otra ventana
vio venir un caballero
con una mula lozana:
-Noticias traigo, Teresa;
noticias pero muy malas,
que tu querido Francisco
malito quedó en la cama
que ayer tarde en el paseo
un toro le dio una cornada;
le echó las tripas afuera
y él dice que no es nada.
Unos dicen que se muere
y otros dicen que no salva,
y yo digo que no llega
ni a las dos de la mañana.
-Madre prepare la ropa
la de luto y no de gala;
madre deme los zapatos
los de la cinta morada
que voy a ver a Francisco
que está muy malo en la cama.
La cogiera a caballo
en su mulita lozana
y al otro lado del cerro
oyó doblar las campanas.
-Adiós, Francisco querido;
adiós Francisco del alma;
tres veces te he sido viuda
y ninguna vez casada;
me tengo meter monjita
en el convento Santa Clara,
la primer misa que oiga
la aplicaré por tu alma.
Cantó Joaquina Sampedro, de Santiago de la Requejada, Zamora. Recopiló Joaquín Díaz.
BLANCAFLOR y FILOMENA
Por las orillas del Duero
paseaba Isabel bella
con sus hijas de la mano
Blancaflor y Filomena.
Pasó por allí Torquino
y una de ellas le pidiera.
-Casarás con Blancaflor
que es mi hija la primera.
-Casaré con Blancaflor
olvidando a Filomena.
De allí a unos nueve meses
Torquín por allí volviera.
-Buenas tardes tengáis yerno.
-Visitada seáis, suegra.
-Preguntarte quiero luego
la mi hija cómo queda.
-La su hija queda buena,
la su hija buena queda
con la barriga a la boca
que parece una ballena;
de mandado de ella vengo
que me des a Filomena
cuando vaiga a dar a luz
quié verla a su cabecera.
-¿Cómo te la doy mi hijo
no teniendo otra más que ella?
-Beberá del vino tinto
del mejor de mi bodega
y comerá del pan blanco
del mejor que haya en mi mesa.
-Por las palabras que has dicho
llevarás a Filomena.
Subiendo de un arroyuelo,
bajando de una alameda
bajó Torquín del caballo
y la derribó de la yegua.
-Estate quieto mi cuñado
que es el diablo que te tienta.
-Ni me tiente ni que no
de aquí no pasas doncella.
Cosas le hiciera, cosas,
hasta sacarle la lengua.
Pasó por allí un pastor,
de mano de Dios viniera.
-Pastor, si traes papel
escríbeme aquí unas letras.
-El papel aquí lo traigo,
la tinta en casa me queda.
-Si de tinta serviría
la sangre de la mi lengua
escribes a Blancaiflor
y a mi madre Isabel bella.
Blancaiflor de que lo supo
al momento "amuviera"
y el chiquillo que tenía
lo guisó en una cazuela
para darle de cenar
a Torquino cuando venga.
-¿Qué me has dado, Blancaiflor?
¿Qué me has dado en esta cena
que no hay cena en el mundo
que me gustara como ésta?
-Más te gustaban traidor
los besos de Filomena.
-Tú eres santa o eres bruja
o el diablo te lo dijera.
-Ni soy santa ni soy bruja,
que por letras ve viniera.
Cantó Joaquina Sampedro, en Santiago de la Requejada, Zamora. Recopiló Joaquín Díaz.