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Revista de Folklore número

108



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ORGANOLOGIA PARA LA DANZA EN LA RIOJA

QUIJERA PEREZ, José Antonio

Publicado en el año 1989 en la Revista de Folklore número 108 - sumario >



Introducción

Los instrumentos de música son utilizados, por una misma cultura, en función de unas motivaciones variables apoyadas en rituales, fiestas, momentos diferentes. Algunos de estos momentos forman parte de un calendario cíclico; otros, sin embargo, surgen de un modo más arbitrario, sin necesidad de que deban ser repetidos periódicamente. En este artículo pretendo inventariar aquellos instrumentos de música que han sido utilizados durante el presente siglo en el área riojana para «danzar» (1), y se trata, por lo tanto, de instrumentos empleados para la interpretación de las melodías de unos números coreográficos que deben ser interpretados en un esquema temporal cíclico.

El hecho de que un determinado instrumento sea adoptado para la danza no implica en absoluto que su campo de utilización se ciña únicamente a este fin. Muchos de estos instrumentos toman a su vez carta de naturaleza con similar vitalidad fuera del mundo de la danza tradicional en La Rioja, y son utilizados con motivo de otras festividades diferentes.

La dicotomía atlántico-mediterránea, que es la base generadora de la idiosincrasia cultural riojana, se hace asimismo patente en el mundo de la organología tradicional. A lo largo de esta geografía de montañas, valles y llanuras se puede apreciar la convivencia, a menudo en una misma población, de instrumentos de música vitales aun hoy en día en el mundo atlántico junto a otros instrumentos cuyas morfologías son clásicas en el ámbito mediterráneo.

También en este campo de investigación La Rioja es altamente deficitaria, por lo que cualquier trabajo que intente profundizar en esta línea debe comenzar desde la base más esencial, desde los datos aportados por el trabajo de campo. Tal es este caso. Solamente en contadas ocasiones recurriré a la iconografía o a la documentación extraíble de los archivos parroquiales y municipales, con el fin de dar otra afianciación del estado actual.

Metodológicamente hablando, este inventario ha de servirse, sin duda alguna, de la clasificación desarrollada por Curt Sachs en su «The history of musical instruments» (2), pues éste es el modelo más eficaz y también el de mayor uso cuantitativo por los estudiosos de la organología tradicional.

CLASIFICACION DE LOS INSTRUMENTOS PARA DANZAR

AEROFONOS

La gaita de odre

Todavía es posible encontrar algunos informantes que hayan conocido el uso de este instrumento aerófono en el ámbito riojano. Su desaparición puede cifrarse alrededor de la segunda década de este siglo. En el área que nos ocupa, el instrumento ha sido conocido con dos denominaciones: LA BOTA, en relación directa al saco de piel que se utiliza como almacén de aire, y LA GAITA, en cuyo caso el músico es denominado EL GAITERO.

Su morfología es similar a la de las otras gaitas de odre que son tañidas en la actualidad en el norte peninsular, en las que el tubo sonoro que produce la nota grave de pedal es apoyado sobre el hombro del ejecutante, mientras que en las cornamusas mediterráneas éste es dispuesto de tal modo que cuelga hacia el suelo (3). Las partes de la gaita de odre en La Rioja son las siguientes:

-LA BOTA: Es el saco de piel donde se almacena el aire.

-LA FLAUTA: Es una pieza de madera, morfológicamente similar a una pequeña dulzaina y que sirve para tañer la melodía.

-EL RONCO: Es el tubo sonoro, fabricado en madera, que da la nota grave de pedal. Iba adornado con borlas de lana de colores que colgaban del extremo superior.

-EL SOPLADOR: Es el pequeño tubo de madera que sirve como entrada de aire (4).

Este instrumento era empleado para danzar , aunque no exclusivamente con tal fin, en diversas localidades riojanas, tanto de las áreas montañosas como de las llanuras agrícolas:

-Ventrosa de la Sierra: Juan Muñoz tocaba este instrumento en dicha localidad, situada en el Alto Najerilla, para interpretar las danzas el día de San Roque.

-Viniegra de Arriba: En esta pequeña población cercana a la anterior, Tiburcio Martínez, «el tío tiruliru», tañía este instrumento durante la danza que se interpretaba el día de Santa María Magdalena.

-Viniegra de Abajo: Juan Muñoz, el gaitero de Ventrosa de la Sierra, era quien interpretaba la danza de esta localidad en la festividad de Santiago.

-Briones: Los más mayores habitantes de esta villa, situada a las orillas del Ebro, recuerdan que a finales del pasado siglo la danza de Briones era interpretada con gaita de odre. El músico venía de otra localidad riojana cuyo nombre no ha permanecido en la mente dé los informantes.

En todas estas poblaciones la gaita de odre era utilizada tanto para acompañar las danzas como para animar los bailes dominicales y otros festejos, en cuyo caso el repertorio era diferente: Jotas, polkas, etc. También puede seguirse la pista a este instrumento, hoy totalmente desaparecido, a la luz de los materiales iconográficos y de archivo:

-La Puebla de la Barca: El empleo de la gaita de odre en esta localidad alavesa del valle del Ebro se ve reflejado en un grabado inglés publicado en Londres en el año 1823 y titulado «La Puebla». En él se puede apreciar a dos tañedores de este instrumento que a modo de una pequeña orquesta acompañan a una pareja en actitud de bailar (5).

-Oyón: En esta otra población de La Rioja alavesa también fue empleada la cornamusa según es notorio en la siguiente nota del archivo municipal: «Setenta y siete reales que se dieron al gaitero por el trabajo de tocar la bota para el festejo de la Concepción» (año 1622) (6). El término aquí utilizado, «la bota», es asimismo muy conocido en Aragón, donde el saco de aire es denominado «boto» (7).

-Otros documentos iconográficos se sitúan en Ezcaray, localidad del valle del Oja, y en Torremuña, pequeña aldea hoy prácticamente despoblada del Camero Viejo.

Como resultado de todos estos datos se puede afirmar que el área de extensión de este instrumento en La Rioja abarca la mayor parte de la geografía riojana, tanto en zonas montañosas de economía pastoril, como en los valles y llanos agrícolas. También resulta evidente que en el pasado tuvo un mayor auge, fuertemente confirmado por muchos de los modelos musicales que han pervivido en el área riojana hasta el presente.

La gaita

Es en la actualidad el aerófono más empleado en la geografía riojana. Con morfología similar a las dulzainas, gaitas, etc. extendidas por la Península Ibérica, fue a partir de la década de los veinte, durante el presente siglo, cuando empiezan a incluirse en su construcción una serie de LLAVES en La Rioja, aunque existen precedentes anteriores en otras zonas. De este modo LA GAITA, denominación de uso tradicional en La Rioja, ha pasado a ser más recientemente LA GAITA DE LLAVES.

La pequeña banda que acompañaba, y aún sigue haciéndolo en el presente, a los grupos de danzadores en sus actuaciones, estaba formado por una sola gaita y una caja o tambor. No es hasta finales del XVIII cuando comienzan a combinarse dos gaitas y un tambor.

El término «dulzaina» es prácticamente desconocido en La Rioja, hasta que en el presente los medios de comunicación han permitido el acceso de esta voz no tradicional en este área geográfica. Nuestros informantes no lo consideran como propio, y su aparición en archivos municipales a partir de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX va asociada regularmente a la presencia de secretarios municipales venidos de otras zonas en las que este término ha sido de uso más habitual.

En los comienzos de este siglo eran muchas las localidades riojanas que contaban con su propio GAITERO, que en su mayoría eran pastores constructores de sus propios instrumentos, sin llaves, y de las boquillas fabricadas con caña. Los instrumentos de llaves solían ser adquiridos en Soria y Burgos, donde los constructores estaban más especializados en la fabricación de gaitas con llaves.

Aun a pesar de que en bastantes poblaciones existieron gaiteros que conocieron perfectamente las melodías del lugar, ha sido frecuente que los correspondientes Ayuntamientos contrataran los servicios de algún gaitero de renombre durante el período de fiestas mayores para conseguir un mayor realce.

Algunos de estos músicos han llegado a recorrer amplísimas zonas de La Rioja interpretando sus melodías. Sin duda alguna, este esquema de comportamiento de los gaiteros ha sido uno de los motivos que han operado en toda la región facilitando la transmisión de muchas melodías de una población a otra y de unos repertorios locales a otros.

A comienzos de este siglo XX eran famosos en La Rioja nombres como estos: Los Cantabrana de Treviana, los Basoco y Martínez en Villabuena, Los García de Nájera, Gregorio Martínez en Laguna de Cameros, Abeytua en Albelda, etc.

En la actualidad La Rioja cuenta con un buen número de cuadrillas de gaiteros: Alejo Ibáñez, Baldomero Tobía, Serafín Abeytua, Segundo Corral, José Ignacio Bezares...

Los modelos musicales interpretados por estos instrumentos son, por una parte, los heredados de las gaitas de odre, que operan siempre en intervalos reducidos, y, por otra, otro conjunto de melodías de corte más moderno que se mueven en intervalos mucho más amplios gracias a las posibilidades técnicas de estas gaitas de llaves.

Clarinete, saxo, trompeta.

La desaparición de un importante número de gaiteros ha hecho que durante estos últimos años se haya introducido en el inventario organológico riojano una serie de instrumentos de viento, tales como clarinetes, saxos, trompetas, más característicos de bandas de música de corte militar o sinfónico.

De todos ellos el clarinete es el que, debido a sus características técnicas, ha asumido en mejores condiciones la labor de acompañar a los danzadores.

Uno de los músicos precursores de esta línea fue Pedro Fernández, músico de Hormilla, que durante la primera mitad de este siglo ha interpretado las danzas en gran cantidad de villas y aldeas riojanas, acompañado por la caja.

Por otra parte, tanto el clarinete como los demás aerófonos citados suelen acompañar a los danzadores hoy en día en muchas poblaciones componiendo pequeñas bandas de cinco o seis instrumentos, en las que se incluyen cajas, platillos, etc.

MEMBRANOFONOS

Tambor, caja

Los viejos tambores construidos en madera, con parches de cuero y tensores de cuerda, van siendo sustituidos rápidamente por las cajas de parches de plástico. Estos instrumentos membranófonos son parte indispensable en la formación de las pequeñas bandas que han de interpretar las melodías de danza, tanto con gaitas como con clarinetes, bandas de viento, etc.

Los tambores han sido conocidos en la mayor parte de La Rioja bajo la denominación de TAMBORIL, y en menor grado TAMBOR. El músico encargado de tañer este instrumento es popularmente denominado TAMBORILERO, y en muchos casos TAMBORITERO, aún con más frecuencia. Por otra parte, LA CAJA, referida a los pequeños tambores de estructura plana, es un término más reciente.

Bombo

Este membranófono de grandes dimensiones se ha visto introducido recientemente en el grupo de instrumentos acompañantes a los danzadores, formando parte de las pequeñas bandas de viento a las que me he referido anteriormente. En la localidad de Villavelayo, en el Alto Najerilla, los gaiteros de Covarrubias, en Burgos, eran a principios de este siglo los encargados de la música de danza durante las fiestas de esta localidad. Componían una pequeña banda formada por dos gaitas, un tambor y un bombo.

IDIOFONOS

Castañuelas

Estos pequeños idiófonos son instrumentos indispensables en las manos de los danzadores a la hora de interpretar gran parte de las coreografías propias de sus repertorios. Frecuentemente van adornadas con ramilletes de largas cintas de colores que bailan al aire al ritmo de los brazos en alto de los danzadores.

La madera más utilizada en La Rioja para la fabricación de estos instrumentos es el boj, debido a su poca porosidad, su dureza y sus cualidades sonoras de gran brillantez. También se emplea el acebo, el castaño y otras maderas cuyos timbres son menos acentuados.

En Anguiano, las CASTAÑUELAS eran tradicionalmente talladas por los pastores de la localidad, que las construían en madera de boj, muy abultadas y con grabados astrolásticos sobre las caras exteriores. En vísperas de las fiestas en honor de Santa María Magdalena, estos pastores bajaban de sus majadas a la localidad y hacían entrega de los instrumentos a los danzadores para que los utilizaran durante dichas fiestas hasta completar el ciclo anual con las «fiestas de gracias» en septiembre.

En Castroviejo, las castañuelas van adornadas con borlas de colores. En Cervera del Río Alhama, las castañuelas son denominadas PULGARETAS, y van adornadas con unos grandes rosetones de tela de colores llamados FIRIFOLLOS.

En algunas localidades los «cachiburrios» llevan unas grandes castañuelas, sujetando una pieza del par en cada mano, que van golpeando rítmicamente al compás de la melodía de danza. Así ocurre, por ejemplo, en Ventosa, Almarza de Cameros, Laguna de Cameros, etc. En Laguna concretamente estas grandes castañuelas son denominadas LOS CAZUELOS.

Cascabeles

Los CASCABELES son piezas metálicas que entran a formar parte de la indumentaria tanto de los danzadores como de los cachiburrios de gran parte de localidades riojanas.

El cachimorro de Laguardia lleva dos collares de cascabeles, uno a la cintura y otro al cuello. El cachiburrio de Briones los lleva en gran número colgando de las perneras de su pantalón. En el pasado, el cachiburrio de Villalba de Rioja llevaba pantalón blanco largo con cascabeles que descendían desde la cintura hasta los tobillos a lo largo de las costuras exteriores.

Palos y otras herramientas de danza

En gran número de localidades riojanas los danzadores emplean uno o dos palos a la hora de interpretar un conjunto de determinadas coreografías. Así surge como resultado una figura rítmica que se superpone sobre la estructura melódica de la danza. Los materiales más empleados para la construcción de estas herramientas de danza son las maderas de boj y acebo, y en menor grado, el haya, nogal, etc.

En Matute cada danzador esgrime dos palos, uno en cada mano, fabricados en haya de unos 60 cm. de longitud. Una vez desprovistos de la corteza, se les dibuja longitudinalmente un trazado de varias líneas quebradas en rojo que van conformando una sucesión de rombos. En Nieva de Cameros en vez de quitarles toda la corteza, se les retira una pequeña parte, formando un dibujo similar al anterior, en el que resalta el color blanco de la madera de haya sobre una corteza más oscura. En Laguna de Cameros cada palo lleva enrollado una cinta roja.

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(1) El concepto de "danza", tal y como es entendido en el ámbito riojano, ha sido aclarado en artículos anteriores publicados en esta misma revista. Se trata de un conjunto de danzas interpretadas por hombres en honor del santo o divinidad de culto local, en unas fechas concretas. Estos ciclos de danzas incluyen coreografías con palos, espadas, arcos, árboles de cintas, procesiones, etc.

(2) Sachs, C., "The history of musical instruments" (Nueva York, 1940). Sobre la clasificación de los instrumentos musicales, ver el capítulo “Terminology", págs. 455-467.

(3) Esta característica diferenciadora es destacada por J. A. Urbeltz en su estudio "Notas sobre el xirolarru en el País Vasco", Cuadernos de la Sección de Folklore de la Sociedad de Etudios Vascos, nº 1, págs. 171-215. (San Sebastián, 171-215).

(4) Terminología empleada por nuestro informante de Ventrosa de la Sierra, Edilberto Berbaldez. Datos recogidos el 14-9-1985.

(5) Urbeltz, J. A., op. cit., págs. 198-201.

(6) Jiménez, J., "Danzas de Alava", en la revista Dantzariak, n.º 3 (1972), pág. 6.

(7) Beltrán, A., "El dance aragonés" (Zaragoza, 1982), págs. 69-70.



ORGANOLOGIA PARA LA DANZA EN LA RIOJA

QUIJERA PEREZ, José Antonio

Publicado en el año 1989 en la Revista de Folklore número 108.

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