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Nadie puede dudar ya a las alturas a las que han llegado la investigación etnográfica e histórica. de la importancia que el molino harinero tuvo en la vida económica de las sociedades antiguas. Al tratarse de sociedades básicamente agrícolas, y ser el molino el último eslabón en la cadena de transformación del cereal para convertirlo en un bien consumible, su presencia devino clave en la estructura productiva. En aquellas culturas en las que la economía era mayoritariamente agrícola cerealera, el molino se convirtió, además. en un foco de relación social, y, por su proliferación, pasó a ser un punto importante de referencia en la cultura tradicional.
Como es natural, el molino harinero conquistó pronto un lugar en la tradición oral, posición a la que sólo acceden los elementos materiales muy familiares e imprescindibles para la vida de un pueblo. Pero la tradición oral -coplas, romances, leyendas, cuentos, refranes o consejas- no gusta de los objetos; prefiere los seres animados, y por ello la importancia que llegó a tener el molino se transfirió a la persona del molinero. Precisamente, el objetivo de este trabajo es el de presentar algunas reflexiones relacionadas con las opiniones que sobre el molinero nos transmite la tradición popular vasca.
I. Introducción.
En el País Vasco, y no empleamos aquí este término en la acepción moderna de Comunidad Autónoma, sino con su significado clásico de Euskal-Herria o Tierra del Vascuence, es preciso distinguir dos zonas climáticas bien diferenciadas. La zona Sur, continental y mediterránea, de secano, se complementa con una zona Norte y Oeste, húmeda y templada. De esta diferenciación climatológica, bastante estricta, se derivan dos agriculturas desiguales que conllevarán dos valoraciones distintas del molino harinero, según sea más o menos esencial su presencia. Por lo tanto, será diversa la importancia y la consideración social que tenga el molinero en ambos espacios.
Ya desde antiguo la zona Norte, holohúmeda, presentaba una economía agropecuaria en la que la producción cerealera ocupaba un lugar secundario. Se obtenía únicamente el grano necesario para subvenir al consumo familiar, y se complementaba la dieta recurriendo al sacrificio esporádico o estacional de animales domésticos. El cereal cuyo cultivo estaba más extendido era el mijo, y la molienda debía hacerse en molinos manuales de pequeña capacidad molturadora.
Otro caso era el de la zona Sur, en donde la producción del trigo llegaba a significar ya en el siglo XVI el 78 % de todo el rendimiento agrícola. Cuando las malas cosechas agitaban en la zona cantábrica el fantasma de la hambruna, se recurría a la adquisición de grano alavés, navarro o castellano.
A mediados del siglo XVII se produjo en el País Vasco la expansión del cultivo del maíz, en lo que se ha dado en llamar «la Revolución del maíz» (1). Este cereal, que se denominó «mijo de Indias", de ciclo corto, se adaptó con gran éxito a las condiciones de humedad y temperatura de los fondos de valle cantábricos. Llegó a ser tan abundante que se constituyó en el factor principal que evitó en la zona norte del país las hambrunas del siglo XVII, cuando la crisis económica y el hundimiento de la estructura productiva lanzaron sobre la agricultura a comerciantes y artesanos (2).
En cualquier caso, y a pesar de ello, esta zona norte nunca llegó a tener una agronomía cerealística ni un gran consumo centralizado de harinas; y esto último sólo cambiará cuando se produzca la expansión industrial del área. Estas realidades se harán presentes en su tradición oral en relación con el molinero. Tendrán una presencia mayor los temas relacionados con animales, montañas, pastores, etc. No quiere decir ello que no se realizara ningún tipo de molienda. Los estudios históricos que se han hecho, por ejemplo, sobre la cultura molinar vizcaína (3) confirman la inexistencia de profesionales molineros como tales hasta avanzada la época moderna, pero son documentables grandes molinos hidráulicos señoriales y urbanos desde el siglo XVI y la pervivencia hasta «antes de ayer» de molinos manuales para la molienda familiar (4).
El molino harinero y, por ende, el molinero tuvo, sin embargo, una presencia mucho más antigua e intensa en la zona sur. También, por lo tanto, será mucho más importante. como veremos, su protagonismo en la tradición oral de esa zona.
2. Comentario.
Para intentar demostrar la hipótesis que hemos planteado en la Introducción, vamos a recurrir a repertorios de textos ya publicados. Hemos tomado narraciones, cuentos y refranes originarios tanto de la zona norte como de la sur. No lo hemos hecho con ninguna pretensión de exhaustividad; pero hemos recurrido a los autores más conspicuos, y tenemos, por lo tanto, la pretensión razonable de haber encontrado lo más significativo.
Los trabajos de campo que reunieron estos repertorios son relativamente antiguos y, en todos los casos, anteriores a la década de los cincuenta de este siglo; anteriores, por ello, a todo el intercambio cultural masivo que se produjo en aquellos años y que podría invalidar nuestro esfuerzo debido a préstamos y contaminaciones.
Aquellos textos que se nos han transmitido en otra lengua distinta al castellano se publican traducidos, dando en cita su versión original y respetando, en su caso, la grafía en que fueron recogidos.
2.1. El molinero como protagonista.
Algunos textos nacidos en las zonas norte y oeste del país nos presentan al molinero como un personaje más dentro de la tradición popular. Protagonista de historias sencillas, aparece en ellas sin ninguna carga afectiva. Ni denostado ni alabado. el molinero que actúa en estos cuentos se encuentra al mismo nivel que otro artesano cualquiera. También el molino aparece sin ninguna precisión definitoria. La única referencia que hemos encontrado lo sitúa como un lugar más en donde se llevan a cabo actividades relacionadas con la vida rural.
En una leyenda sobre «La gentil de Boluna», la acción se inicia con una aldeana que «volvía del molino de Goikola (Nabarniz) » (5) , y la historia que sigue nada tiene que ver con el molino.
Otros dos textos, también originarios de la zona holohúmeda. nos presentan al molinero sin ninguna carga adjetiva, como mero actor de las historias:
EL MOLINERO (6)
Una vez tenía tres niños un molinero. Estando juntos los tres niños, se le murieron el padre y la madre. Sus bienes eran un molino, un mulo y un gato, y habiéndose repartido los bienes, a uno le correspondió el molino; al otro. el mulo. y al otro, el gato. (Continúa una variante del «Gato con botas».) Lo único reseñable aquí sería que el molino, al igual que el mulo, daban lo suficiente para sostener a una familia, pero el hijo que heredó el gato debió de aguzar su ingenio.
HARTZ KUME (EL OSEZNO) (7)
(...) encontraron a un molinero a la puerta de su molino.
Cogió la muela del molino y se la colocó en el puño por el agujero de el medio y la hizo girar en el aire; y Hartz-Kume y el leñador de hayas se dijeron:
-Nosotros somos algo; pero ese tampoco es manco.
-¿A dónde vais?, les preguntó el molinero.
-A descubrir lo que es el miedo. Le contestaron los otros dos.
-Iría con vosotros, si me aceptáis, y se marcharon los tres juntos.
Estos son los tres únicos fragmentos que hemos encontrado en que el molinero sea un mero actor como otro cualquiera, y los tres son originarios de la zona cantábrica. No hemos encontrado ninguno entre los provenientes de la zona mediterránea.
2.2. El molinero como avaro y ladrón.
Cuando los textos adjetivan al molinero, la concordancia es absoluta. Tanto en la zona septentrional como en la meridional, se le califica de avaro, fullero y ladrón, que se aprovecha de las cargas de grano dejadas a su cargo para engordar su hacienda. En ambas zonas se le califica como un artesano de poca confianza, como mínimo. Bien es cierto que son escasas las referencias encontradas en el país atlántico, pero en ellas se le llega a identificar con el escribano, que, como es sabido, era tan temido y despertaba tantas suspicacias por su conocimiento de los arcanos legales, que tenía un estatuto particular que le vedaba diversas actividades públicas y representativas en las que podría tener ventaja.
EL ESCRIBANO y EL MOLINERO (8)
Un escribano, por burlarse de un molinero conocido suyo, le dijo:
-Ningún molinero suele ir al Cielo. ¿Por qué será eso?
-No diré yo -contestó el molinero- que vayan muchos; pero, por lo menos, uno si entró una vez. Dispusieron hacer grandes funciones. Para ello hacia falta un escribano. Anduvieron buscándole de ceca en meca. No encontraron ni uno solo.
O este refrán recogido en Haltsun, labourd: «No entran en el cielo ni escribanos ni comerciantes; tampoco molineros» (9) .
También en la presentación de los personajes de un cuento que traeremos a colación más adelante (vid. 2.4), se dice: «Un asno era el dueño de este nombre (Chalin errota); el asno del molino que se llamaba Maiñurrieta. El molinero era un cicatero, avaro, aficionado al dinero, tenia a media ración a su asno «Chalin» ( 10) .
Frente a esta relativa escasez de materiales relacionados con la moralidad del molinero nacidos en el Norte y Oeste, nos encontramos en la zona sur del país con una gran abundancia y variedad de ejemplos. Coplas, refranes, romances, etc., van perfilando con nitidez una profesión aborrecida o, cuando menos, estigmatizada socialmente.
En la Alava cerealera dicen: «De molinero ya mudarás, pero de ladrones nunca saldrás» (11) , o «Molinero roba trigo, tentación del enemigo» (12). También son de origen alavés o, por lo menos, han arraigado en la Llanada triguera las coplas siguientes:
Lleva la molinera
pendientes de oro;
las ruedas del molino
dan para todo (13).
Molineros. al infierno,
que en el cielo no hay lugar;
cuántas veces habéis hecho
la reverencia al costal (14).
De la montaña alavesa, también zona cerealera. es la siguiente oración bufa:
Bendigo este saco,
un celemín te saco;
te vuelvo a bendecir,
te saco otro celemín;
y si no mirara Dios,
te sacaba otros dos (15).
Estos refranes y coplas coinciden con los que han nacido en el resto de las áreas cerealísticas de la Península y de Europa. En el Refranero General Ideológico Español, de Luis Martínez Kleiser, y compilados por Rodríguez Marín, encontramos estos textos similares: «De molinero mudarás; pero de robado no escaparás.» y «Bendígote, saco, y un celemín te saco; vuélvote a bendecir, y sácote otro celemín; y cuando te moliere, pagarás lo que debieres» (16) , en donde aparece como práctica de los molineros unir la sisa a la maquila.
2.3. Santos molineros.
Un cuento, originario de Dohozti. en el País Vasco continental, zona oeste del país y que comparte con la zona norte su climatología holohúmeda, nos aporta una información inédita. San Martín, santo agrícola por excelencia, al que se le supone primer cultivador de maíz del país, tras de haber robado la simiente al diablo, era también un santo molinero (17).
EL MOLINO DE SAN MARTIN (18)
San Martín construyó un molino nuevo, pero no consiguió hacerlo funcionar.
También el diablo tenía un molino y funcionaba a la perfección.
Una mujer fue al molino de San Martín (siempre son mujeres las que aparecen yendo o viniendo del molino) y le preguntó qué le sucedía a su molino para no funcionar. San Martín le contestó que su molino tenía algún fallo que no había conseguido averiguar.
Inmediatamente, la mujer se encaminó al molino del diablo.
-Se trabaja, ¿eh? -comentó por todo saludo la mujer.
-Pues sí, trabajo.
-También San Martín está trabajando en su molino «dabla que dabla».
-Conque le ha colocado un eje de aliso, ¿eh? -inquirió el diablo.
-Pues todavía no se lo ha puesto, pero se lo pondrá.
La mujer corrió a contar a San Martín su conversación con el diablo. Y así es como aprendió San Martín a poner en funcionamiento el molino.
La ingenuidad de que hace gala el diablo, al dejarse engañar, nos permite sospechar que no tiene ningún significado especial el que el diablo sea molinero, sino que este cuento se debe encuadrar en el ciclo del diablo burlado: son muy abundantes las leyendas y cuentos que nos presentan a un diablo engañado gracias a la astucia de los hombres, lo que les permite hacerse, en muchos casos, con los útiles y elementos necesarios para la vida, como es el caso del propio maíz. Estos ciclos los podemos relacionar con la entrega al Hombre, por parte de dioses y semidioses, del fuego, el tejido, la ganadería, etc., típicos de todas las mitologías.
En la zona cerealera del País Vasco no aparece ninguna mención a santos molineros; pero sí aparecen menciones al aliso. Esta referencia al aliso (alnus glutinosum) no es casual ni debe parecernos críptica. Recogiendo de la Botánica Popular alavesa, de López de Guereñu, Gerardo, las utilidades de la madera de ese árbol, tan abundante en las orillas de los ríos, encontramos el sentido a la necesidad de un eje de aliso para que funcione un molino. «Su madera, muy blanca, es usada en carpintería y tornería, así como en instrumentos de música y varillas de abanico, resultando excelente en las construcciones bajo el agua, ya que se conserva muy bien con humedad constante» (19). Evidentemente, los ejes de un molino deben permanecer sumergidos y no perder tenacidad ni dureza, por lo que la madera de aliso parece una opción apropiada.
2.4. Molinero agradecido.
Hemos encontrado una mención curiosa a una virtud que también debía de tener algún molinero, el agradecimiento. Como no podía ser menos, proviene de la zona cantábrica del país.
Ya hemos visto cómo tenía su amo al pobre «Chalín» en el cuento de «Chalín Errota» (vid. 2.2) , pero la situación del tal molinero tampoco era buena: «Lo que ahorraba con tener a éste de hambre, se le iba por otro lado: pues el raposo le comía las gallinas, pollos y pollas del molino (...) (cazó el asno al raposo) .En adelante «Chalín» con la ración que le aumentó el amo, vivió muchos años, y mejor de lo que quería, opíparamente y dulcemente» (20).
2.5. Otras menciones a los molinos.
No se acaban con lo expuesto las apariciones de los molinos en la tradición oral vasca. También es abundante su presencia en el refranero. Pero, curiosamente, estos refranes tienen todos ellos su origen en las zonas cerealeras de la provincia de Alava, lo cual puede reforzar nuestra hipótesis.
Se trata de refranes que no fustigan al molinero, sino que utilizan las propiedades más evidentes de los molinos para definir otras situaciones y actitudes humanas. Muy familiar debe ser un objeto para ascender a la categoría de paradigma evidente para todos. Recogemos aquí brevemente una serie de refranes de este tipo (21):
«Agua pasada no mueve molino» (22).
«Asno con pollino no va derecho al molino» (23).
«Comulgar con ruedas de molino» (24).
«Con mucha agua, muele molino» (25).
«Entre dos piedras molares nunca metas los pulgares» (26).
«Llevarle el agua a su molino» (27).
«Ni mío es el trigo ni mía es la cibera, y muela quien quiera» (28).
En general, se trata de refranes que tienen un significado evidente incluso para las generaciones que no hemos conocido a los molinos hidráulicos en su época brillante. Han perdido ya su significado literal para cargarse de sentido figurado. ¡Qué de experiencia molinar se encierra en ese refrán de entre dos piedras molares nunca metas los pulgares! Existe otro refrán alavés con el mismo sentido, pero nacido de otro tipo de experiencias: «Nunca te metas a hacer las paces entre dos que duermen juntos», porque saldrás trasquilado cuando los dos se unan contra ti.
No cabe duda de que en la zona en la que nacieron, o se arraigaron venidos de fuera, estos refranes eran de sobra conocidas las virtudes y características de los molinos hidráulicos.
3. Balance final.
Con los ejemplos que hemos presentado creo que podemos concluir que la tradición oral nos confirma algo que ya sabíamos: el escaso desarrollo de la agricultura cerealística en el norte del país y su importancia en el Sur. Y que ella misma está condicionada por esta realidad.
De la diversa intensidad en la implantación del molino en ambas zonas, se sigue una diferencia en el protagonismo que el molinero tendrá en la tradición oral vasca, que hemos intentado plasmar en las páginas precedentes.
Mientras que en la zona norte, cantábrica y holohúmeda el perfil del molinero será poco nítido e incluso podrá aparecer, como un sujeto más, en cuentos y leyendas, llegando a haber hasta un santo molinero, en la zona sur se nos presenta, sin excepciones, con gran nitidez su perfil de tramposo. Esta diferencia de definición en los perfiles debe de responder a la diferencia en la tradición molinera de cada zona.
Es evidente la personalidad que tiene la temática molinar en la zona mediterránea, derivada, sin duda, de una mayor presencia, y más antigua, del molino en esas tierras. También es notorio su mayor protagonismo en la vida cotidiana, lo que le convierte en paradigma para los refranes.
El hecho de que la persona del molinero sea tan denostada puede deberse a hechos objetivos, sin duda, «cuando el río suena, agua lleva»; pero también a un cierto enriquecimiento de estos artesanos que los hacía sospechosos. En Santa Cruz de Campezo (montaña alavesa), el día de jueves de lardero se cantaba, entre otras, una copla que dice:
Soy hijo de molinero,
nieto de Vicente Ugarte;
la que se case conmigo
tomará buen chocolate (29).
En donde encontramos una mención a esa riqueza y un cierto orgullo del molinero al proclamarla, lo que debía de hacerlo bastante odioso a los demás. Máxime si existían sospechas sobre la licitud de sus ganancias.
No parece ser ése el caso en las tierras de la vertiente cantábrica, en donde, seguramente, su papel social sería mucho menos relevante y, quizás por ello, despertaba una menor animosidad.
La misma ausencia de referencias a la temática molinar puede ser significativa. Mientras en el Sur las coplas y refranes con este tópico son comparativamente abundantes, en el Norte son escasas y, desde luego, menos abundantes que las referidas a cualquier otro sujeto de la tradición popular. En esa zona los genios de las aguas y los torrentes, los animales cazadores, los genios de los bosques y montes, los herreros y ferrones, etc., vertebran el mundo mítico-mágico en la mente campesina.
Puede que en esto haya cierta manipulación en la recogida de materiales. Es posible que se haya producido una tendenciosidad, quizás inconsciente, a la hora de dar más importancia a los textos que confirmasen o reforzasen la imagen de Arcadia feliz, ganadera, recolectora e igualitaria, del País Vasco cantábrico, mitología de gran éxito en el país; pero, a pesar de todo, creemos que en la realidad la estructura económica agropecuaria ha condicionado a la literatura oral. Y que nuestra hipótesis, abierta como interrogante todavía, puede ser demostrada.
Si este trabajo tiene algún valor, será precisamente el de haber intentado abrir una vía de análisis socio-económico a partir de las producciones de la literatura tradicional vasca.
RESUMEN En el País Vasco la diferencia climática notoria entre las tierras de la vertiente atlántica y las de la vertiente mediterránea ha condicionado dos agriculturas distintas Y. por ello, dos valoraciones de la figura del molinero que se hacen perceptibles también en la tradición oral.
LABURPENA
Euskalerriaren atlantiko eta mediterraneo isurkien artean hain nabaria den ezberditasun klimatiko horrek bi nekazaritza mota desberdin itxuratu ditu eta, ondorioz, ahozko tradizioan somagarriak diren errotari irudiaren bi balozazio ezberdin ere.
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(1) FERNANDEZ DE PINEDO, Emiliano: Crecimiento económico y transformaciones sociales del País Vasco 1100 / 1850. Madrid, 1974, págs. 22-28. Para todo lo relacionado con la diferenciación estructural de ambas zonas.
(2) La descripción económica está tomada de FERNANDEZ DE PINEDO, Emiliano: Crecimiento económico... ob. cit., págs. 22-28.
(3) SAENZ DE SANTA MARIA, Antonio: "Los molinos hidráulicos en el Fuero de Vizcaya". Bilbao, 1984, págs. 375-382. También, GUTIERREZ IBARRECHEBEA., Ana María. et. al. La industria molinera en Vizcaya en el siglo XVIII. Bilbao, 1984.
(4) Incluso utilizando botellas de vidrio como rodillo para la molienda de chocolate y mijo. Cfr. BARANDIARAN, José Miguel de: Obras Completas, vol. II, pág. 128.
(5) Recogido en 1919 en Kortezubi lo publica BARANDIARAN, José Miguel de: En Eusko Folklore, 1921. Nosotros lo tomamos del mismo. Obras Completas, vol. II, pág. 24. "Garaiko anda bat Goikolako (Nabarnitz) erotaik etzera doiela".
(6) Recogido por AZKUE, Resurrección María de, en Saint Jean le Vieux (Garazi). Ob. cit., vol. 2, pág. 390. "Eiberazaina. Behin eiberazain batek hirur baur zitzin. Hirur haurak elgarekin zirelarik, aita-amak hit zitzazkozien. Beren ontasunak eihera bat, mando bat eta gathu bat zitzien. Eta ontasunak zatitu baitztuzten, batek eihera hartu zizin, bertzeak mandoa, bertzeak gathüa" ("Katu botakin" bariante bat jarraian hemen).
(7) Publicado en Récits et contes..., ob. cit., páginas 131-132. "(...) et ils trouverent un meunier a la porte de son moulin. Ayant enfilé la meule á son poignet par le trou du milieu il la faisait tourner en l'air; et Hartz-Kume et le couper de hetres se dirent:-Nous sommes quelque chose; mais celui-ci aussi en est un. -Oú allez-vous? leu demanda le meunier. -Apprende ce qu'est la crainte, leu, repondirent les deux hommes. -Moi aussi je viendrais avec vous, si vous me voulez. Ils partirent les trois ensemble".
(8) Recogido por AZKUE, Resurrección María de, en Salinas de Léniz, barrio Guellano. Ob. cit., vol 2, páginas 399-400. ..Eskribauna ta erotaria Eskribau batek bere ezagun erotari bati, adara yotearen: -Zerura erotairik eztok faten -esan eutsan. ¿Zergaitk eteda? -Nik eztixot asko faten dirala baina bat beintzat sartu zan bein. Funtziño andixak egitea erabagi eben. Onetrako eskribau bat bear zan. Beree bila así ziran jo ara ta jo ona. Bakar bat ezeten aurkitu".
(9) Citado por AZKUE,. ob. cit., vol 1, pág. 417. "Ez eskiraurik, ez tratulairik azta zerura gaten, erotazainik ere ez".
(10) Recogido por AZKUE, ob. cit., vol 2, ,pág. 341, en Olaeta, Adamayona (Alava). " Asto bat zan izen onen yaubea. (Chalín errota). Maiñurieta eritxon erotako astoa. Erotaria zikotaz esku-estu, zeken, diru-zale utsa zan ta erdi-yanean aukiten eban bere asto “Txalín”.
(11) LOPEZ DE GUEREÑU, Gerardo: Refranero... Ob.
cit., pág. 31.
(12) Idem, pág. 63.
(13) Idem, pág. 63.
(14) Idem, pág. 64.
(15) Idem, pág. 31.
(16) GARMENIDIA LARRAÑAGA, Juan: “Prólogo", en Refranero...Ob. cit., pág. 6, los cita.
(17) BARANDIARAN, José Miguel de: Obras Completas. Vol. 2, pág. 49.
(18) Idem, vol 4, pág. 101. Recogemos la versión publicada por BARANDIARAN IRIZAR, Luis: Breve Antología. Ob. cit., págs. 133-134.
(19) LOPEZ DE GUEREÑU, Gerardo: Botánica Popular alavesa. Diputación Foral de Alava. Vitoria-Gasteiz, 1975. 222 págs., pág. 15.
(20) Recogido por AZKUE, Resurrección María de. Ob. cit., vol 2, págs. 341-343, en Olaeta, Aramayona (Alava). ..Au gosez eukiaz aureraten eban dirua beste alde batetik yoakon: azariak arotako oilo, oilasko ta oilanda yatetik (...) (azeri oratu eutsan ..Txalinek” eta). Aurerantzean “Txalin”, ugazabak anoa geituta, nai baino obeto ta urte askotan, oparo ta gozaro bizi izan zan".
(21) Todos están tomados de LOPEZ DE GUEREÑU, Gerardo: Refranero. Ob. cit.
(22) Pág. 13.
(23) Pág. 20.
(24) Pág. 25.
(25) Pág. 25.
(26) Pág. 43.
(27) Pág. 58.
(28) Pág. 65.
(29) Tomado de IÑIGO IRIGOYEN, José: Folklore alavés. Ob. cit., pág. 52.
BIBLIOGRAFIA :
1. AZKUE, Resurrección María de: Euskaleriaren Yakintza (Literatura Popular del País Vasco). T. 1. Espasa-Calpe. Madrid, 1935. 472 págs.
2. El mismo. Euskaleriaren Yakintza (Literatura Popular del País Vasco). T. 2. Espasa-Calpe. Madrid, 1942. 479 págs.
3. BARANDIARAN, José Miguel de: Obras Completas. XXIII vols. Biblioteca de la Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao. En especial los tomos II y IV,
4. BARANDIARAN IRIZAR, Luis de: Breve Antología de fábulas, cuentos y leyendas del País Vasco. Txertoa. San Sebastián, 1983, 142 págs,
5. GARMENDIA LARRAÑAGA, Juan: "Prólogo" en Refranero Alavés, ob. cit, 7 págs.
6. GUTIERREZ; IBARRECHEBEA, Ana María: et al. La industria molinera en Vizcaya en el siglo XVIII. Universidad de Deusto, Col. Euskal Herria. Bilbao, 1984. 200 págs,
7. IÑIGO IRIGOYEN, José; Folklore Alavés, Consejo de Cultura de la Excma. Diputación Foral de Alava. Vitoria, 1949. 145 págs.
8. LOPEZ DE GUEREÑU, Gerardo; Refranero Alavés. Diputación Foral de Alava, Servicio de Publicaciones. Vitoria-Gasteiz, 1988, 89 págs.
9. Récits et contes populaires du Pays Basque II. Labourd. Recogidos por BIDART, Pierre. Gallimard, s. I. 1979. 189 págs.
10. SAENZ DE SAN MARIA MUNIATEGUI, Antonio; "Los molinos hidráulicos en el Fuero de Vizcaya", En Congreso de Estudios Históricos; Vizcaya en la Edad Media. Eusko Ikaskuntza. Bilbao, 1984. Págs. 375-382,