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Los Números han sido siempre portadores de concepciones religiosas y mágicas desde la más remota antigüedad. La idea de pluralidad fue al principio en los pueblos primitivos, una noción global y poco precisa, sirviendo de precedente al concepto más elaborado de número. En sus orígenes, el número vendría a ser como una cualidad que adornaba los objetos.
El concepto del número abstracto como contrapuesto al número concreto es, obviamente, de formación mucho más tardía y dará ocasión, al igual que ciertas palabras, de conferirles un poder y un valor simbólico cuando no una supuesta función mágica.
Ya Pitágoras, y junto a él sus seguidores de doctrina, los Pitagóricos, concebían la realidad tanto más perfecta cuanto más se aproximase a los métodos racionales expresados por números, y el mismo Platón, en el "Epinomis", afirma que "todos los Números y las Ideas dieron forma y figura a las cosas".
En el Nuevo Testamento y concretamente en el Apocalipsis de San Juan (8,18), las tinieblas, símbolo del mal, estarían representadas por el número 666. Algunos autores han querido ver en este número una referencia clara a los detractores del Cristianismo (Nerón, Mahoma, Lutero, etc.). Lo que si parece evidente, es que la función simbólica de los números se halla exhaustivamente representada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento; baste recordar el valor simbólico del número siete en el Apocalipsis.
En la cultura hebraica, toda esta tradición de carácter esotérico se canaliza a través de la Cábala. Dentro de su doctrina teórica ("El libro de la Creación" ), se relaciona el proceso de la creación con diez números primordiales (Sefirot), y con las 22 letras del alfabeto hebreo, que a su vez, como señala Alberto Couste (1), guardan una estrecha relación con los 22 Arcanos mayores del Tarot. Sin embargo, la manifestación más conocida y reciente se refiere a la Cábala práctica y sus relaciones con la Alquimia, Quiromancia, Astrología, etc., esta última, se fundamenta en el número y la Matemática. El historiador griego Herodoto, al hablar de las siete murallas de Ecbatana, establece una correspondencia entre sus colores y los siete planetas tradicionales; a su vez, los doce cantos de la epopeya de Gilgamesh o los doce trabajos de Hércules, aluden a los signos del Zodíaco (2).
Según la opinión de los antiguos, cada planeta poseía una influencia buena o mala, dependiendo de su posición espacial. A cada uno de ellos le correspondería un determinado número, dando lugar a establecer su respectivo "Cuadrado Mágico" (3). Elaborados en determinadas condiciones, estos "cuadrados" sirven de amuleto y ostentan propiedades profilácticas, a la vez que dan origen a los sellos planetarios.
Igualmente se cree en el poderoso influjo de determinados días sobre el tiempo que reinará en los sucesivos meses del año. Esta creencia da lugar en España a la tradición de "Las Cabañuelas". Vascos y gallegos consideran días augurales a los doce primeros días del mes de agosto (4). " Agosto está en el secreto de doce meses completos", dice el refrán popular. Este tipo de predicciones puede hacerse también el 25 de enero, fecha en que se celebra la conversión de San Pablo.
En el pueblo judío, la luna juega un papel primordial en sus relaciones con los hombres. El año lunar consta de 354 días, y cada mes lunar de aproximadamente 29 días, fecha que coincide con la menstruación de la mujer. Este hecho, que ya fue observado desde la antigüedad, le dota de un acentuado simbolismo.
Si bien ya hemos esbozado la profunda relación entre números y planetas, en orden a establecer predicciones y determinadas correspondencias, nos vamos a centrar en el objeto primordial de nuestro estudio: Señalar principalmente en el folklore español, y más concretamente en la canción tradicional, la posible influencia del carácter esotérico y simbólico de los números.
Lo primero que nos encontramos al intentar estudiar este hecho, es la influencia determinante en muchos casos del elemento religioso. La sociedad española ,tradicionalmente cristiana, ha modificado el origen pagano de muchos de sus ritos de carácter marcadamente cíclico y estacional. Muchas de las celebraciones agrarias en Europa se vieron "dulcificadas" por el Cristianismo, pero sería ingenuo suponer que muchos ritos propios de ciertas festividades son simples adaptaciones del paganismo (5).
En el tema que nos ocupa, el simbolismo de los números es antiquísimo, ya que ha sido portador, como en "las doce palabras retorneadas", de concepciones de carácter doctrinal, ya sean budistas, islámicas o cristianas.
Nuestro cancionero tradicional cuenta con numerosos ejemplos, donde se comparan motivos no religiosos ("barajas, arados, plantas. ..), con elementos cristianos (Sacramentos, Mandamientos, Pasión de Cristo...). A partir del material consultado y recogido, se ha establecido una clasificación entre elementos a comparar. Muchas de las analogías obtenidas son de elementos netamente religiosos; en otras, sin embargo, se puede rastrear aún su pasado simbólico.
La división de los números en Pares e Impares, señala ya las diferencias entre lo impar o masculino y lo par o femenino. Así observamos en Palma de Mallorca la superstición consistente en que el nacido será varón si la suma de los apellidos del padre y de la madre da como resultado un número impar y viceversa (6). O el hecho de propiciar la fertilidad de las mujeres estériles, con la toma de un número impar de baños, unido todo ello al ancestral poder fecundante del agua.
Comencemos por el "UNO". Al número uno se le ha parangonado a grandes rasgos con "El Principio" ; "El Centro generador"; "Origen y Fin", Dios, en suma.
En la canción tradicional, esta correspondencia se mantiene en general. En el caso del tema "La Baraja de los Naipes", el AS es claramente sinónimo de la personalidad en la unidad:
"En el as, yo considero
yo considero en el as
que hay un solo Dios inmenso
que no le puede haber más..."
(Cañizares -Cuenca)
En "Las doce palabras retorneadas", el guarismo uno hace alusión a la Virgen María. En una versión de este tema en Villaescusa de Haro (Cuenca), se dice: "La una, la parió la Virgen pura", entendiendo la "una" como anterior al principio del mundo, según reza el comienzo del Evangelio de San Juan: "En el Principio era el Verbo". En los "Sentidos corporales", hace referencia al sentido de la vista, considerado tradicionalmente como el primero o fundamental. En "Los Sacramentos", es el Bautismo como origen y principio de la vida cristiana. En "Las quince rosas del Rosario" (7), alude en la primera al Verbo Encarnado, etc.
El número "DOS" ha simbolizado preferentemente a la pareja. También aporta un sentido dualista de la existencia (malo-bueno, luz-tiniebIas...).
En la canción tradicional, se aprecia claramente el sentido dualista de este número, sobre todo en relación con motivos religiosos. En el tema de "La Baraja", el dualismo de lo divino-humano se hace patente, al igual que el sentido de pareja, en un canto de Cuaresma recogido por García Matos en la provincia de Madrid:
"Los dos más dulces esposos
los dos más tiernos amantes l
os mejores Madre e Hijo
porque son Cristo y su Madre" (8).
El "TRES" representaría ya el resultado de la tensión subyacente en la pareja, simbolizada por el dos. Significaría el Hijo junto a su padre y su madre, reflejando la síntesis biológica y la totalidad armónica del hombre. La teoría esotérica descompone la cifra en: Espíritu, Alma y Cuerpo. Esta cifra, ha ostentado siempre una especial predilección por parte de numerosos pueblos, sea cual fuese su religión. Tres fueron tradicionalmente los Reyes Magos, tres los hijos de Adán y Eva...
Entre los Sefardíes de Salónica (9), las mujeres estériles realizan un rito de fecundidad la noche del 15 del mes de "Sebat", con tres jarros de agua. Igualmente creen que se detienen las enfermedades si se utilizan como preventivo tres hilos de granza anudados al cuello.
Es frecuente la relación de esta cifra con las "Tres Marías" (Tema de las doce palabras), o con la Trinidad ( en " La Baraja" ):
"En el Tres yo considero
aquel misterio contemplo
que hay tres personas distintas
y un solo Dios verdadero..."
En otras versiones, se refiere a las Tres caídas de Jesús camino del Calvario, o a los Tres clavos de la Cruz.
Abundantes son las supersticiones populares, con respecto a este guarismo. Los devotos de San Pascual Bailón creen que cuando éstos se encuentren en trance de muerte, recibirán un aviso del Santo en forma de tres Golpes, tres días antes de morir. El mal agüero producido por la sombra de la higuera (debido a la creencia de que Judas se ahorcó en una de ellas), se evita, en Canarias, cortando tres de sus hojas y arrojándolas al suelo. En Andalucía, para combatir el "aojamiento", o mal de ojo, se enciende un candil y se llena una taza de agua; con el dedo meñique se cogen tres gotas de aceite del candil y se introducen en la taza, a la vez que se dice al paciente la siguiente oración: "Dos ojos te han hecho mal / y Tres te han de sanar / y son los de la Santísima Trinidad. Amén".
Nuestro número siguiente, el "CUATRO", no tiene ya ese carácter de separación de la unidad que tenía el dos, sino todo lo contrario. Significa ordenar lo separado. Es la cifra de lo organizado racionalmente y ostenta un carácter positivo. En el orden terrestre, delimita claramente el tiempo y el espacio (Cuatro estaciones, cuatro puntos cardinales. ..).
Este guarismo fue considerado por Pitágoras como la raíz de los demás números, ya que simbolizaba el cuadrado, y éste, a su vez, la armonía y la firmeza.
Desde el punto de vista cristiano, se asocia inmediatamente con los Cuatro Evangelios (Resumen de las enseñanzas de Cristo). "En el Cuatro considero / que son los cuatro evangelios / aquél que no los siguiese / no hallará parte en el cielo". En los "Mandamientos del Huerto", simboliza la firmeza de la columna. Existe en la "barajilla" de Fuentidueña de Tajo (Madrid), una alusión al Cuatro de Bastos sumamente interesante:
"...Considero en el de Bastos
que son los Cuatro elementos
que ha puesto Dios en el mundo
Tierra, Fuego, Mar y Viento. .."
Esta afirmación enlazaría con los cuatro elementos, que según el pluralista Empédocles, componían todas las cosas.
Otra versión de "la Baraja" en Yanguas (Soria), alude a Las cuatro virtudes Cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza (10). No debemos pasar por alto, aunque no sea más que a titulo indicativo, que tanto en la Baraja española como en la francesa, en sus distintas variedades, se mantiene constante el número de sus palos o series: Cuatro.
En su significación esotérica, el "CINCO" es el número de la virilidad y el amor. Su simbolismo se halla en relación con la armonía del cuerpo y la salud. Representa las formas sensibles del conocimiento (cinco sentidos).
En el Norte de Africa, sobre todo en Marruecos, están sumamente extendidos los amuletos y tatuajes con dicho número. Ello se debe a la creencia común de su poder para curar o prevenir enfermedades. El más importante de los amuletos marroquíes es el denominado "la Mano de Fatma" y su uso se extiende igualmente por Argelia, Túnez y el Sahara (11 ). Para los bereberes, los números impares, y especialmente el cinco, poseían la virtud de proteger contra el maleficio. La asociación de este número con los dedos de la mano se remonta a la Prehistoria, como parecen demostrar sus representaciones en las cuevas de Altamira, Castillo, Font de Gaume, etc. La expresión utilizada en Africa del Norte contra el "mal de ojo" es, precisamente, "Hamsa ala ainek" (Cinco en tu ojo).
La Pentalatría es común también entre los sefardíes. En la celebración de la Pascua del "Succot", se dan cinco vueltas en torno a los cinco libros de Moisés con una palma en la mano (12). En la cultura islámica, es obvia la importancia de esta cifra, ya que son cinco los deberes religiosos; cinco las llaves del conocimiento, y un juramento solemne se repite cinco veces.
La canción tradicional hace paralela esta cifra con las llagas de Cristo. En " Los Sacramentos", correspondería a la Extremaunción, y en el tema de " Las cinco Rosas" hace también referencia al dolor físico:
"La quinta fue de dolor
o quedó muy lastimado
cuando a nuestro Redentor
le clavaron con rigor
en la cruz del condenado" (13).
.En el guarismo "SEIS" se ha querido ver, en ciertas comunidades Pitagóricas, la cifra sexual por excelencia; tal vez por ser el resultado del producto del primer número femenino (Dos), por el primer número masculino (Tres). Ha ostentado un carácter de compilación y resumen respecto a las otras cifras. Para otros es el "Número del Hombre" , puesto que el mundo fue creado en seis días y en el último fue creado aquél.
Su carácter de compilación se observa en el tema de "la Baraja" :
"En el SEIS yo considero
que no hay carta más hermosa:
Toda la Pasión de Cristo
afligida y dolorosa..."
En otras versiones se hace referencia al acto de la creación; a las espinas de la corona de Cristo; a los Seis primeros milagros de Nuestro Señor; o bien, al Juicio Final (14). En el tema de "Las Doce Palabras Retorneadas", se compara esta cifra con seis cirios, candelas o candelorios. En unos casos se alude a "los Seis Cirios benditos que iluminaron el cuerpo santo de N. S. Jesucristo, en la Casa Santa de Jerusalem" ; en otros, a los "Seis cirios benditos que la Virgen encendió cuando su bendito Hijo nació" ; o bien, a los "Seis cirios que velan el templo de Jerusalem". El Cirio ha tenido siempre, en el mundo cristiano, una honda significación simbólica, ya que, según su número, representa diversas cosas (15).
El "SIETE" tiene el carácter simbólico del ciclo completo (Siete notas musicales, Siete colores, Siete días de la semana...). Reúne en sí mismo la suma de los órdenes ternario y cuaternario, y junto al hecho de ser el más elevado de los números primos de la década, es asociado por su carácter indestructible con la Virginidad y, en diversas ocasiones, con el dolor.
La superstición del número siete (Heptalatria), se halla muy difundida en todo el mundo. Esta cifra lleva inherentes, según la creencia popular, grandes cualidades mágicas. "El zorro de las Siete colas", es el símbolo del genio maligno entre los chinos; "Las Siete Hadas de los Siete colores" ; "la Flor de Loto" de siete hojas como planta propiciatoria; las Siete vueltas que se deben dar en torno al templo de La Meca; los Candelabros de Siete brazos...
Ya Hipócrates aseguraba que: "El número Siete, por sus virtudes ocultas, tiende a realizar todas las cosas, y es el dispensador de la vida y fuente de todos los cambios, ya que la luna cambia de fase cada siete días, siendo este número influenciador de todas las cosas sublimes" (16).
El período o ciclo de siete años, ha ostentado gran significación en la vida de los humanos. Se consideran cambios importantes en orden a la felicidad, enfermedades, etc. La medicina popular, y la creencia de su poder inductivo, ha utilizado esta cifra en su afán de desentrañar diversos fenómenos de la naturaleza y del alma humanas. Las fórmulas mágicas, para conseguir el amor de una persona, o para dominarla, o hacerla sufrir, han utilizado entre sus ingredientes los números benéficos como el cinco o el siete (tomar siete hojas de algo; dar siete vueltas a alguna cosa...).
En el conocido romance de " El veneno de Moriana", se hace alusión al siete en su aspecto mágico:
"Escogió siete hojitas
de aquel fino solimane (veneno)
cogiólas bien y majólas
y en el vino las fue a echare" (17).
Entre los sefardíes de Salónica, los cónyuges, para combatir la esterilidad, deben atravesar las siete puertas de una muralla en ruinas, en el barrio de Mevlahané (18). Otra costumbre arraigada entre ellos es la de que las "cuartanas" se curan tomando siete espinas de siete palmeras, siete astillas de siete vigas, siete granos de ceniza de siete hornos, etc. Por otra parte, las empresas comenzadas en luna menguante, creen los sefardíes, son de mal augurio, mientras que los números siete y diez son beneficiosos, y es notable resaltar que la palabra "tob" (que en hebreo significa bueno), tiene precisamente el valor numérico del 17.
Entre las costumbres españolas relacionadas con este número, podemos señalar la celebrada en la noche de San Juan, donde, para averiguar el nombre del futuro esposo, las mozas solteras depositan debajo de la cama siete habas, cada una con las iniciales de los posibles e pretendientes. El elegido será aquél cuya inicial esté grabada en la primera haba cogida por la mañana (19). En otros lugares se considera que el "séptimo" hijo varón de un matrimonio tiene la facultad de curar enfermedades o a través de su saliva o aliento, y es considerado como saludador en las comunidades rurales. Así, podrían enumerarse muchísimos más ejemplos de creencias y supersticiones con respecto a esta cifra.
Centrándonos en la parte musical, hay que decir que la simbología religiosa compara este número en muchas ocasiones con los Siete Dolores de la Virgen; con las Siete palabras de la cruz; con los Siete Sacramentos; con los Siete pecados Capitales...
La alusión ancestral a las fases de la luna, se observa en el tema" No hay tal Andar" , que entonan a modo de aguinaldo los niños asturianos la noche de San Silvestre:
"No hay tal andar
como andar a las Siete
veréis lo Menguante y lo Creciente..." (20).
El sentido cíclico de los periodos de siete años está muy generalizado en la canción tradicional. Baste como ejemplo una versión recogida en Madrid del romance de las "Señas del Marido" : " Siete años he esperado / y otros Siete esperaré / Si a los catorce no viene / monjita me meteré". También entre los sefardíes del Norte de Marruecos es común la reiteración de esta cifra en muchos de sus romances o "cantares", como ellos los denominan.
En algunas versiones de la" Baraja de los Naipes" se nombra a las Siete cabrillas, refiriéndose a las siete estrellas pertenecientes a la constelación de las "Pléyades", nombre griego de las estrellas, divinizadas también por el Hinduismo y los Incas. Es frecuente asimismo esta alusión en temas de índole rural, como en el conocido romance de la "Loba parda".
En las" Doce palabras", el siete casi siempre se refiere a los gozos de la Virgen: "Ven amigo y dime las Siete / Siete son Siete los Siete gozos". ..
La reflexión por excelencia, está representada por el número "OCHO". Es la cifra de la Plenitud, al ser el doble del cuatro: "Esta fuerte base de cimentación puede ocasionar un exceso de precauciones y ser fuente de indecisiones, al ser reflejada esta cifra en los sueños" (21 ).
Las Ocho personas que junto a Noé se salvaron en el Arca, tal como relata el Génesis, es comparación utilizada en el tema de la " Baraja". En los "Mandamientos del huerto" se refiere al Calvario. Las alusiones a este guarismo en las "Doce palabras", son, en muchos casos, erróneas, ya que frecuentemente se alude a los ocho Coros, cuando en realidad son Nueve:
"Ven amigo y dime las OCHO:
ocho Coros celestiales
que cantan eternamente
para salvar a los mortales" (22).
Otras versiones, no españolas, aluden a: "(Ocho son) los cuerpos santos de la casa santa de Roma" (23); ocho bienaventuranzas; ocho días de la circuncisión (de influencia claramente hebraica); ocho días del Juicio final. ..
Se asocia en algunas interpretaciones este número con la Resurrección, ya que Cristo se alzó del sepulcro al octavo día de su entrada en Jerusalem (24).
En el número "NUEVE" se representa la imagen dinámica de los tres mundos (Corporal, Intelectual y Espiritual). Al ser el cuadrado del tres, potencia las cualidades de este número. Los antiguos veían en esta cifra el conjunto del mundo conocido por ellos :la luna, el sol, y los siete planetas tradicionales.
Igualmente, ha sido una cifra cabalística por excelencia. El propio Shakespeare, haciéndose eco de antiguas creencias (en el Acto I, escena III de "Macbeth"), hace referencia al encanto conseguido al dar Nueve vueltas sobre uno mismo.
El hecho de ser Nueve meses el tiempo de gestación en la mujer, confiere a esta cifra una evidente correspondencia con este suceso, siendo muy frecuentes las alusiones al mismo en la canción tradicional:
"En el NUEVE considero
aquella hermosa María
los Nueve meses que estuvo
preñada con alegría".
En la playa de la Lanzada (Finisterre - Pontevedra), las mujeres combaten la esterilidad si reciben en la noche de San Juan el impacto consecutivo de Nueve olas, como símbolo de los Nueve meses (25). En Alicante contrarrestan el mal de ojo dando de beber al enfermo una taza de agua que contenga: nueve plumas de perdiz, nueve granos de trigo y nueve de incienso.
Cita muy repetida en las "Doce palabras" es la de los Nueve Coros (Especie de ejército angélico, consistente en tres jerarquías divididas en tres coros cada una): "Ven amigo y dime las Nueve / Nueve son Nueve los Nueve coros".
Hemos llegado ya al número considerado como la perfección: el "DIEZ". Representaría a la pareja en su plenitud creadora y tiene una clara representación gráfica de carácter sexual (UNO=Pene; CERO =Vagina). También se refiere al fin de un ciclo y comienzo de otro, ya que representa la totalidad del universo. Este fin del ciclo (Muerte), como tránsito a una nueva vida (Resurrección), asocia esta cifra a la muerte de Jesús: "En el décimo expiró / y vino Longinos luego / que le pegó con la lanza / en su castísimo pecho" (El Molar - Madrid). Los Diez Mandamientos como resumen del comportamiento de la vida cristiana, tienen en nuestra canción tradicional un reflejo concreto que refiere las transgresiones por culpa del amor ("Mandamientos de Amor" ).
En una versión sefardí de un romance del Norte de Marruecos que suele cantarse en los columpios, se dice así: "El Dios del cielo de Abraham / el Dios del cielo de Ishac honrado / para cumplirle las "DIES" / fuerte cosa le ha mandado" (26). Se trata de un romance que ha de cantarse entero, al igual que " Las doce palabras", sin omitir ni una sola estrofa, bajo pena de pecado. Esto tal vez sea debido al carácter sagrado del número diez, ya que según reza en la tradición, fueron diez las pruebas que Dios impuso a Abraham para probar su obediencia.
El diez equivale, en la baraja española, a la sota y en el tema de la " Baraja" , esta figura aparece en numerosas ocasiones como Eva, incitadora del pecado; en otras, lo hace como la Verónica, mujer piadosa. En el ejemplo siguiente, representan las tres sotas a las tres Marías:
"Representan las tres sotas
la de basto, copa, espadas
las tres hermosas Marías
que al pie de la Cruz estaban".
El "ONCE" es una cifra transitoria entre dos ciclos de unidades muy representativas como son la decena y la docena. Se trata, en general, de un número de tradición nefasta y violenta. En la baraja española se corresponde con la figura del caballo. La simbología de esta figura tal vez se remonte al antiguo ritual de las Ordenes de Caballería (representando la cabalgadura lo intermedio entre lo terreno y lo espiritual).
En la canción tradicional se refiere de una forma negativa a Adán:
"En el caballo contemplo
corrido y avergonzado
va desnudo por sus culpas
como Adán por el pecado" (La Baraja).
El caballo de espadas representa, a veces, la lanzada en la Cruz, y los tres caballos restantes (oros, copas y bastos) aparecen como los Tres Reyes Magos: "Los tres restantes caballos / representan cuando fueron / a Belén los Reyes Magos". En las "Doce palabras retorneadas", en versiones no españolas, se habla de once estrellas del sueño de San José; once artículos de la Fe; once apóstoles fieles; once rayos de la luna...
La cita más repetida y constante en las versiones españolas de " Las doce palabras es la referente a las once u once mil vírgenes, historia apócrifa en torno a Santa Ursula (27) acerca de la cual existen leyendas y supersticiones entre los marineros españoles (28). Sobre la polémica cuestión de si fueron once u once mil vírgenes, ya el "Brocense" en el siglo XVI, sufrió dos procesos inquisitoriales por afirmar que eran diez, y con Santa Ursula once, las vírgenes en cuestión (29).
Ya por fin, y casi en la meta de nuestras consideraciones, tenemos el número "DOCE". Su significación parece proceder de la civilización babilónica. Al ser doce los meses del año, simboliza la rueda de la vida en un sentido cíclico. Ha ostentado siempre un carácter de número sagrado y divino, al ser relacionado con los doce signos del Zodiaco, y no cabe duda que la importancia de este número en el mundo cristiano es incuestionable. El mismo Cristo compara a sus doce Apóstoles con las doce tribus de Israel, y Filón de Alejandría, filósofo perteneciente a la comunidad judía y casi contemporáneo de Cristo, hace converger la simbología cósmica del Zodíaco con la histórica de los doce Patriarcas.
Merece especial atención la creencia o superstición de "las doce palabras" que, si bien originalmente encerraba al parecer una motivación doctrinal y filosófica, pasó a ser como en Asturias una especie de oración o conjuro para librarse del demonio. En Colmenar Viejo y en Manzanares el Real (Madrid) las "Doce palabras" se utilizaban como conjuro contra las tempestades, con la particularidad de que no eran doce, sino trece las recitadas o cantadas:
"Los trece, los trece rayos del sol
que caigan y partan al demonio Mayor" (30).
En otras versiones, las menos, y generalmente extranjeras, las palabras son trece, e incluso catorce: "Trece son los rayos que tienen el sol y la luna" o "Catorce son las catorce misas cantadas..." (31 ). A partir de la cifra doce suele emplearse el tema exclusivamente a guisa de conjuro, y las comparaciones son forzadas o extemporáneas.
En la baraja española el guarismo doce corresponde al rey, que en su interpretación cristiana es Dios por excelencia:
"En el rey yo considero
hombre de tanto poder
siendo rey de cielo y tierra
obligarse a padecer".
Y a partir del número doce, y salvo casos aislados, se pueden interpretar las diferentes cifras como múltiplos de los números naturales, lo que hace potenciar sus virtudes o defectos. El. "TRECE" por ejemplo, por alusión a la Ultima Cena de Jesús, es símbolo de infidelidad y de traición, ya que Judas hacia el número trece en la mesa. En general, es en la superstición popular española, un signo de mal agüero.
El tema, qué duda cabe, podría ampliarse mucho más. Se han soslayado canciones y costumbres en las que el número no tiene, al parecer, más que el simple valor de ayuda en la rima, recordatorio mnemotécnico o carácter puramente lúdico. Las que aquí se han apuntado son meras observaciones personales, tal vez rebatibles o susceptibles de discusión, pero apasionantes en su estudio y consideración.
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(1) COUSTE, Alberto: "El Tarot o la máquina de imaginar". Edit. Barral, 1975.
(2) HADES: "El Universo de la Astrología". Edit. Plaza-Janés, 1980.
(3) LAARSS, R. H.: "El secreto de los Amuletos y Talismanes". Edit. Helios, 1926.
(4) GIL, Bonifacio: "Cancionero del campo" (Antropología). Edit. Taurus, 1966.
(5) CARO BAROJA, Julio: "Ensayos sobre la cultura popular". Edit. Dosbe, 1979.
(6) GOMEZ TABANERA: "El curso de la vida humana en el folklore español", artículo incluido el "El folklore español". Inst. Antropología Aplicada, 1968.
(7) ECHEVARRIA BRAVO, Pedro: "Cancionero manchego". C.S.I.C., 1951.
(8) GARCIA MATOS: "Cancionero de la provincia de Madrid". C.S.I.C.
(9) MOLHO, Michel: "Usos y costumbres de los sefardíes de Salónica". C.S.I.C.
(10) "En el cuatro considero / las virtudes cardinales / estas son las buenas obras / que guían a los mortales". Rev. de Dialec. y Tradic. Pop., 1954, pág. 166.
(11) COLA ALBERICH, Julio: "Amuletos y tatuajes marroquíes". Inst. de Estudios Africanos.
(12) MOLHO, Michel: "Usos y costumbres..." Op. Cit.
(13) CAPDEVILLE, Angela: "Cancionero de Cáceres y su provincia".
(14) MARTINEZ HERNANDEZ, Antonio: "Antología musical de cantos populares españoles". Barcelona, 1930. Pág. 68.
(15) PEREZ RIOJA, J. A.: "Diccionario de Símbolos y Mitos". Edit. Tecnos, 1980. "Los seis cirios o luces del altar simbolizarían las plegarias de la Iglesia. Tres cirios lo serían de la Trinidad, y el Cirio Pascual representaría a Cristo resucitado y glorioso".
(16) RAMON ALVAREZ, Heriberto: "Leyendas y mitos de Guinea". Inst. de Estudios Africanos.
(17) LARREA PALACIN, Arcadio: "Romances de Tetuán", vol. I. Inst. de Estudios Africanos, 1952.
(18) MOLHO, Michel: Op. Cit.
(19) SANCHEZ PEREZ, J. A.: "Supersticiones españolas". Edit. Saeta, 1948.
(20) DE LLANO, Aurelio: "Del folklore asturiano". Oviedo, reedición, 1977.
(21) ESPINAL T MUÑOZ, C.: "El sentido de los sueños". Barcelona, 1956.
(22) Versión de Fuentebella (Soria), Rev. de Dialec., y Trad. Pop., 1952.
(23) Revista de Etnografía, Oporto, 1963.
(24) PEREZ RIOJA, J. A.: Op. Cit.
(25) SANCHEZ PEREZ, J. A.: Op. Cit.
(26) LARREA PALACIN, Arcadio: "Romances...". Op. Citado.
(27) "Santa Ursula salió de Londres en dirección a la Baja Bretaña en compañía de once mil vírgenes, que deberían casarse con los once mil soldados del capitán Conán, para poblar de este modo el país. Una tempestad milagrosa arrojó a esta expedición sobre la desembocadura del Rhin y llegaron hasta Colonia, ocupada entonces por los hunos, que quisieron violar a las doncellas, resistiéndose éstas hasta la muerte".
PEREZ RIOJA, J. A.: Op. Cit.
(28) GELLA ITURRIAGA, José: "Etnología y Folklore marinero", incluido en "El folklore español". Op. Cit.
(29) "Eran diez y con S. Ursula once, porque en el calendario antiguo estaba en latín: Undecim M. virgines y aunque éste declarante le pareció esto, entiende que fueron once mártires y no Mil como se ha interpretado la M.".A esto respondió la cualificación de la Santa inquisición: "A esta afirmación se responde que llanamente es herética, temeraria y próxima a error, porque la Iglesia Universal celebra la fiesta de ONCE MIL y todos lo entienden asy".?
"Procesos Inquisitoriales contra Francisco Sánchez de las Brozas". Inst. Antonio de Nebrija. C.S.I.C., 1941.
(30) GARCIA MATOS: "Cancionero de la provincia..." Volumen II. Op. Cit.
(31) Revista de Etnografía. Oporto, 1963.